jueves, 29 de mayo de 2008

Intermet y la propiedad intelectual

Hoy por hoy, después de más de una década en el que Internet se ha convertido en el medio de comunicación más importante de la denominada sociedad de la información; se abre el primer debate serio sobre el derecho a la propiedad en la red. La fácil accesibilidad a Internet y la democracia de posibilidades en la que se ha cimentado ha dado como fruto un lugar en el que se ponen en común cantidad de información y de obras de arte al alcance de todo el mundo. Por ello, se ha generado esta disyuntiva en la que si no apareces en Internet como artista no eres realmente un artista pero a la vez pones en peligro la autoría de tu obra. En el texto de Javier Cremades titulado "Micropoder: La fuerza del ciudadano en la era digital"editado por Espasa se desarrolla ampliamente este conflicto y el autor presenta aquellas posibles soluciones que se barajan por parte de las empresas y los interesados (dejando, como siempre, muy al margen los deseos del autor).

Portada del libro de Javier Cremades


Resulta evidente descatar que en Internet prácticamente todo es gratis y que supone muy fácilmente copiable cualquier documento. Manteniendo a un lado el texto sobre el micropoder de la masa, se debe de plantear y abogra ucho más por el punto de vista del creador. Partiendo de esta base la primera cuestión que se nos plantea es la verdadera intención del autor que crea esa obra y que la cuelga en Internet. Al margen de lo desarrollado por Cremades, se debe de destacar que Internet es el único soporte que permite que seas conocido en todo el mundo. Por lo tanto el autor que desea exponer su obra tendrá que tener en cuenta que corre el riesgo de ser copiado y citado. En este punto, el único derecho que puede exigir el creador es el derecho a que nadie suplante su identidad como autor. Es decir, que nadie firme lo que él ha escrito y que cuenado se refiera a cualquier creación se mantenga la aurtoría. Es lo llamado copyleft. Internet te ofrece el reconocimiento a nivel global pero a cambio te exige que lo único que un autor aspire a conseguir sea los ingresos por publicidad de una página en la que desarrolle toda su producción artística. Para ello es necesario un sistema que garantice la autoría de cada uno de las obras expuestas en la red. Para el autor es lo más necesario, el reconocimiento, ya que la experiencias obtenidas de cualquier expresión artística por parte del público no son del todo posibles en Internet (no es lo mismo escuchar un directo y sentir la magia que escuchar la grabación de una canción). Por esta razón los artistas, sea cual sea su ocupación encuentran en los directos la mayor fuente de ingresos. Aquí, el cine tiene todas las de perder. Es el único arte que, por ser tan masivo y mediático y no ser en directo más sufre por las nuevas reglas de Internet. Resulta paradójico como el último arte creado sea el primero en sucumbir ante las posibilidades e Internet. Aunque en este caso el problema no es de los relizadores, si no de las salas de cine, que paulatinamente comienzan a desaparecer.

Si nos centramos en los creadores de textos, no concebidos como artistas, existe una solución al margen de las citadas por Javier Cremades, y es la de imposibilitar la copia de tus textos de Internet. Algunas páginas web no permiten a los usuarios copiar los textos allí creados. Esto puede proteger en cierto modo la autoría pero por otro lado pierde fuerza ya que no es citado. El copyleft aboga por que se permita la copia de los productos expuestos en la web, pero que se cite la fuente. De esta manera, mediante la publicidad que se da al autor, éste puede conseguir más visitas a us web o más publicidad para sus creaciones.

Por su parte, Javier Cremades se centra en hablar de los dispositivos que han diseñado algunas empresas para luchar contra le piratería y otros problemas derivados. Nos encontramos con el DRM, un sistema por el que se puede controlar el número de veces que se reproduce un archivo o la copia de éste. Pero esta solución no acabaria con la gran lacra, los sistemas P2P. Estos no pueden ser ilegalizados, porque consisten simplemente en compartir archivos, aunque con gente desconocida. Para ello se han buscado soluciones como el canon digital (implantado recientemente en España), que incluye un impuesto especial para aquellos dispositivos en los que se puede grabar la música y los difrenets archivos. Esto lo único que hace es reconocer la piratería y legalizarla ya que como pagas por los dispositivos el autor y las compañías ganan dinero. La solución es muy complicada para los casos de piratería porque el usuario siempre podrá guardar los productos en el ordenador, aunque no los grabe en otros dispositivos. El ocio se está volviendo cada vez más necesario y cada vez más barato. El problema se lo debe de plantear al autor, que debe de elegir cómo garantizar y salvaguardar su obra del peligro de Internet.


Vista del programa P2P EMule

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